Una ventana abierta al cambiante mundo y el esfuerzo por tratar de ajustarse a esa realidad fugaz, a la que llamamos Vida

viernes, septiembre 24, 2010

La tarántula de los viernes


Sinceramente envidio a los antiguos periodistas, aquella raza en extinción que debía teclear varias cuartillas diarias para ganarse el pan de la vida. Aunque en el fondo todo era puro tecnicismo. El cerebro se acostumbraba a escribir sin pensar, a pensar sin escribir -en Cuna la denominamos auto-censura- A veces tengo muchas ideas para escribir, otras ninguna. Como esta mañana que no sabía sobre que asunto escribir, pero en cuanto vi la fotografía de una tarántula los dedos empezaron a teclear mientras mi cerebro disfrutaba del café matutino. Efecto de la cafeína, diría yo como aspirante a psicólogo, una conducta o respuesta automática de mis áreas cerebrales de Wernicke y Broca.
Eso de escribir una columnilla dos veces o tres veces a la semana es una carga que he estado soportando durante más de cuatro años, con el pretexto de combatir la decadencia de los procesos cognitivos y evitar la demencia, o chochera. Lo sabía este maldito diccionario de a bordo ya señala la palabra chochera como errónea, otro wesbrismo por chochez. Buena, ya sabéis, hablar tonterías, que se me caiga la baba de la boca, la otra para entonces ya no funcionaría, y me repetiría ad infinitum. Como algunos pacientes de grupos que en el plazo de cincuenta minutos repiten cuatro o cinco veces la misma historia ajenos a que la acaban de narrar. Pero no se quedan lejos los escritores que se repiten a sí mismos.
Retorno al tema principal. Araña, viernes, me esfuerzo en ser original. Algunos días lo soy, otros repito sandeces, o escribo frases de mal gusto. Todo esto a tres semanas de que den los resultados del Gran Premio, y a mes y medio de las elecciones en EE UU. Será ansiedad por lo del gran combo, no por la consulta electoral. Ya sabéis que soy independiente y que no creo en ninguno de los dos partidos PP, PSOE, digo Republicano, Demócrata. Un lapsus mental imperdonable. Lo único malo de este blog está en el hecho que no cuenta las palabras como en cualquier decente programa de escritura. Hay días que me extremo, otros me quedo cojo, o corto, o sea, ocupo menos espacio de lo normal. Pero como el caso del amigo Volante y el soneto, ya llevo dos cuartetas y un terceto y falta poco para terminar la malhadada crónica de mis años dorados, jubilado, leyendo como un escolar sencillo, enviando trapos de novelas a concursos literarios y tratando de ser agradable a pesar de los pesares. Creo que voy terminando el verso catorce y con ello la crónica de un viernes atarantulado -otro wesbrismo- con lluvia y calores del típico otoño floridano. (Esta palabra sí está aceptada por la Academia, pero mi censor virtual me la ha subrayado en rojo como defectuosa. Estas máquinas que quieren saber más que los humanos)
Un abrazo desde Miami, propónganme para el Nobel de bloqería, o porquería que son afines.
Wesbri

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