Manual para controlar protestas callejeras

Un amigo ex agente de la YTR, de los servicios especiales XXX, y vecino de mi condominio me ha prestado, para que lo hojee por una hora, el famoso Manual antimanifestaciones escrito por el Ayatolá Ben Asiss Al Gudrio en el siglo catorce de nuestra era.

Nota: el manual me ha parecido como un fraude pues hace menciones a acontecimientos modernos.

Leo en la página 15, "si en medio de la crisis los infideles lanzacsense a las ruas y avenidas debéis de aplicar medidas urgentes". Lo primero es organizar un campeonato relámpago de futbol (soccer) y emitir un edicto por el medio del cual todos los extranjeros deben asistir a los juegos situados en un oasis en medio del desierto so pena de ser decapitados.

Lo segundo. Eliminar a todas las palomas mensajeras en el reino "pata impedir la filtración de noticias no controladas".

Tercero, leyes más severas para la entrada y salida de camellos y supuestos infiltrados agentes de los reyes de Francia, España e Inglaterra. A los subditos de esa pequeña nación llamada Estados Unidos dejadlos por el momento pues son muy débiles (sic), y su jeque Obama es conciliador y pacifista.

Cuarto, proceder a censar a toda la población y a separarla por barrios según ideas religiosas o políticas. LLamad a los barrios guetos para definirlos cuando llegue el día de "resolver el problema de los disidentes:. Esto se me parece mucho a otro libro diabólico escrito por un tal Adolfito sesohueco.

Quinto y final. Proceded minusiomante a la desaparición en las dunas del desierto de los enemigos de la religión y del reino. Esto sí que lo aportaron los milicos iberoamericanos en los años 70.

Hasta aquí lo poco que pude leer pues mi vecino Dimitri Miraguegoskii me lo arrebató minutos antes de caer abatido por una ráfaga de Uzzi mientras corría como loco en medio de la calle. No puedo seguir blogueando; debo huir pues ya vienen por mí. Los veo son dos árabes con los sables en alto gritando algo que no entiendo pero que debe ser terrible.

Adiós. Debo pasar a la clandestinidad de la red digital. Dejo de ser Wesbri y me convierto en un Avatar, sin cara ni nombre. Un ente semireal.