Una ventana abierta al cambiante mundo y el esfuerzo por tratar de ajustarse a esa realidad fugaz, a la que llamamos Vida

lunes, junio 08, 2009

Una meta alcanzada


Oficialmente he llegado a las doscientas libras, o a los 91 kilogramos . Como prefieran. Mi problema con el exceso de peso es antológico, se remonta a eones atrás. Viene de lejos. Por eso la crónica de hoy es sobre mi peso y mi dura batalla por reducirlo. Ya sé que preferís noticias y discusiones políticas por encima de todas las cosas. Pero soy un hereje, un estigmatizado, un rebelde sin causa, y escribo sobre temas baladíes que en última instancia es lo que la gente lee. Si no preguntadle a los griegos y romanos, o a los egipcios. Nadie lee las loas a los emperadores, si visitan a millones las ruinas de aquella época para entender la forma de vida de aquellas civilizaciones. Lo civilizado no es discutir política si no hablar de las cosas inmediatas, las cotidianas. Un crimen, un desesperado amor prohibido, una enfermedad larga, un trauma, las pérdidas de la vida. En mis años de psicoterapeuta nadie ha venido a consulta por razones políticas. Bueno por traumas debido a situaciones políticas. Generalmente vienen por razones baladíes. La mujer adúltera, el hombre que se quiere salir del escaparate, la chica enamorada del cuñado, la madre que no puede con los hijos adolescentes, y bueno, mis loquitos que hablan con los árboles, están de visita del planeta UTRER, o son enviados divinos para salvar a la humanidad.
Por eso estoy en mi pleno derecho de hablar de mi peso. De mis luchas incansables para reducirlo a niveles aceptables. Una meta alcanzada es una meta inservible. Ahora a cambiar la meta y tratar de reducir más. Mi médico de cabecera me ha enviado a un especialista en nutrición. Adiós pues al pan cubano, a los pastelitos, al arroz blanquito, a las fritangas nicaragueneses, a las pupusas salvadoreñas. A comer hierbas, carne blanca, y té chino sin azúcar. De vez en cuando un bife de chorizo argentino, o una empanada chilena. Creo que debo decirle adiós a la causa rellena limeña, o a la palta a la reina cuzqueña. Todo para que pueda seguir escribiendo sandeces en mi blog por muchos años más.
Lo siento por ustedes, queridos lectores. Les prometo veinte años de tortura, dos o tres veces a la semana.
Eso es todo, por ahora.
Wesbri, sujetando el pantalón que ya se me cae... con una mano y tecleando con la otra.

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2 comentarios:

Blogger Morgana ha dicho...

Contra!

Claro que tienes derecho a escribir sobre lo que quieras! Pero tu post de hoy me ha dado un hambre tremenda! jaja y curiosidad por los platos esos que nombras.
Yo también tengo lucha con el peso, no taanta, pero es que era muy flaquita y en Europa me las he agenciado para engordar y no volver a ser la de antes. Me cuido de todas formas, pero cada invierno es un suplicio!!

Besos y fuerza de voluntad para que nos sigas torturando!

12:19 a. m.

 
Blogger Unknown ha dicho...

Esa es la ventaja de vivir en Miami donde convergen todas las naciones iberoamericanas con su gastronomía. Por cierto que un número cada vez mayor de restaurantes cubanos paso a ser de dueños centroamericanos.

4:08 a. m.

 

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