Autobiografía de un blog (1)
Nací por casualidad un enero del año 2006. Para seguir la tradición cubana fue el “Año de Europa Oriental”, pues mi amo y su esposa habían realizado la primera visita a esa parte del viejo continente. Al principio mi amo o señor canoso que es mi médium y garabatea sobre el ordenador cometiendo errores tipográficos –se queja de vista cansada- no sabía cómo andar y se dedicó a escribir glosas de viajes como podréis ver en mis primeros pininos. Por supuesto que esas fotos de París invernal bien valían el escozor del ridículo al que me estaba obligando, a exhibirme sin recato ante los ojos de ávidos lectores de novedades. Yo aún era un blog virgen sin experiencia. Al principio me alegraba del silencio en torno a mis pobres ofertas. Mi amo deseaba ser reconocido por el público. Tuve que soportar la humillación un jueves de enero del 2006 de exhibir un orinal junto a la foto de un Marcel Duchamp pensativo. Y aquella frase bochornosa de LHOOQ con una Mona Lisa bigotuda.
El bautizo fue otro problema. Nací bajo un nombre que no decía mucho Tratando, para al cabo de meses cuando ya éste servidor se había acostumbrado a su estirpe gerundia, fue rebautizado subrepticiamente una madrugada por ese otro que hiede a Alzheimer y a artritis: Los temidos 60. Sesenta qué ¿años, kilogramos, millones de pesetas? A todas estas, mi amo y dueño absoluta con premeditación y alevosía, se escudriña tras un apodo que nada significa, pues reconozco que lo he buscado en cientos de diccionarios y no aparece la más mínima referencia a ese Wesbri.
Un día –malo o bueno según desde el cristal que se mira- apareció un comentario. Yo temblaba de placer, mientras mi amo no estaba satisfecho con tan poca monta.
El bautizo fue otro problema. Nací bajo un nombre que no decía mucho Tratando, para al cabo de meses cuando ya éste servidor se había acostumbrado a su estirpe gerundia, fue rebautizado subrepticiamente una madrugada por ese otro que hiede a Alzheimer y a artritis: Los temidos 60. Sesenta qué ¿años, kilogramos, millones de pesetas? A todas estas, mi amo y dueño absoluta con premeditación y alevosía, se escudriña tras un apodo que nada significa, pues reconozco que lo he buscado en cientos de diccionarios y no aparece la más mínima referencia a ese Wesbri.
Un día –malo o bueno según desde el cristal que se mira- apareció un comentario. Yo temblaba de placer, mientras mi amo no estaba satisfecho con tan poca monta.
No puedo continuar mi amo ya terminó su café y viene corriendo al ordenador. Continuaré en cuanto tenga un tiempo libre. ¡Oh, libertad, sagrado tesoro! Creo que era Juventud...pero me he permitido alterar la frase.
Un blog rebelde.
1 comentarios:
no te preocupes, hay muchos por ahí dando sus traspiés pre-andantes;-)) por suerte la edad (mucha o poca) es de las virtudes que se quitan con el tiempo
12:50 p. m.
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