Envejecer esa mala palabra
El martes pasado me tocaba servir como jurado en un caso criminal. Bueno, no precisamente
servir sino ser parte de unos 40 de donde saldrían los miembros del jurado. El abogado defensor,
un gordo gritón con cara de bodeguero, y atuendo desaliñado nos preguntaba de cual fuente teníamos las noticias. Aparentemente ver los noticieros locales, era una señal para no ser electos. Demasiada exposición a la violencia criminal. Ahora viene la segunda pregunta. ¿hobbies?
Cuando le dije que escribir mi blog Los temidos 60 empezó a averiguar más con preguntas. Al responderle que era un diarios del proceso de envejecimiento, hizo una muestra de disgusto, este
señor de 50 años no quería saber nada de ese mal que llamamos envejecer.
Muchos norteamericanos idolatran la juventud y sienten pavor ante la vejez. ¿Por la cercanía de la muerte? ¿por las enfermedades de la vejez? Por todo lo anterior, por suerte no fui electo jurado. Y a mi edad es poco probable que me vuelvan a llamar. Estadísticamente, en 27 años de residencia en los EEUU solamente me han llamado dos veces. Nunca me han escogido. Mis canas aterran a los abogados de la defensa, mi presión alta los torna belicosos, mi nivel de glucosa les resulta insoportable. Al menos la juez nos dio una charla sobre la justicia en este país, y el sacrificio de ser jurado.
Fuu, dije al salir a la calle a eso de las seis de la tarde, libre como un pichón, alegre como una urraca, feliz de no haber condenado a nadie, pronunciando su culpabilidad.
Puedo dormir tranquilo.
Wesbri
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio