Una ventana abierta al cambiante mundo y el esfuerzo por tratar de ajustarse a esa realidad fugaz, a la que llamamos Vida

jueves, noviembre 13, 2008

La calma chica

Ya el fuego electoral se apagó, cada cual ha regresado a sus asuntos. Unos a buscar empleo, otros a lamentarse de la mala suerte, unos pocos a contar las ganancias en tiempos de tormenta. La maldita calma chica. Lo único que se agita y menea como un ser vivo es una triste Feria Internacional del Libro con entrevistas a una Zoé Valdés que refleja en el rostro una creciente depresión, un argentino que escribe "la novela de la revolución cubana". El mejor chiste de la Feria. Y el viejito Gore Vidal promoviendo a sus 82 años una recopilación de ensayos. En medio de la barahúnda comencé a leer "La casa de Dostoievsky" de Jorge Edwards quien dará su charla creo que este sábado o domingo. No estoy ya seguro de nada. Los "sesudos" de Miami se preguntan la razón por la cual los cubanos no se rebelan y prefieren emigrar. No se dan cuenta los muy tontos que en México no ha habido una explosión social porque 25 millones de ellos emigraron ilegalmente a los EEUU. Las revoluciones sociales están pasadas de moda ya que no resuelven los problems de la miseria y el hambre. La nueva tendencia es la avalancha (estoy siempre tentado de escribir "la invasión") de emigrantes Sur a Norte con el posterior envio de euros o dólares a los países de origen. Gracias al éxodo ilegal e incontrolado se han apaciguado las contradicciones socio-económicas, ahora es más rentable escabullirse a un país del llamado Primer Mundo a realizar labores consideradas en muchos casos denigrantes para los nativos y remitir parte del magro salario a la esposa o la madre que dejaron atrás en la aldea. Mucha gente no lo quiere admitir, pero es la realidad. Si paramos la inmigración ilegal tendríamos que enfrentarnos en el plazo de unos años a explosiones sociales en Africa y Sudamérica que podrían provocar guerras y hambrunas y podrían en peligro la estabilidad mundial. Por eso es preferible la calma chica y leer novelas pretenciosas que pasarán sin gloria ni memoria el tenebroso juicio de la posteridad.
Vale.

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